lunes, 15 de febrero de 2010

Día de lluvia



No para de llover, un buen día para escribir (y para leer). Ya pasó San Valentín, el día de los engañados, muchos me tildarán de rácano, otros de sincero. Yo creo que el amor no se demuestra por un número en el almanaque sino por lo que se hace día a día. Yo valoro infinitamente más un regalo hoy, mañana o el mes que viene que algo recibido en el día de ayer.

Hoy es "San algo" y nadie regala nada al menos que sea tu santo, aunque muchos ni incluso eso, mi santo cae en 1 de Enero así que poco puedo pedir ese día estando la gente o de fiesta o sufriendo la resaca. Ni que decir tiene que el San Valentín que hoy celebramos, perdón, celebráis, se introduce en España a mediados del siglo XX con el motivo de incentivar la compra de regalos por parte de la compañía Galerías Preciados, ya que por entonces como hoy, España estaba sufriendo una crisis que había estancado el consumismo. Pero como vivimos en un país de borregos seguimos celebrando cosas de hace más de 50 años...

También tenemos el Día de la Madre, el del Padre y demás, y no me malinterpretéis, que reconozco que a los padres no se les tiene en cuenta y hay que hacerle regalos, pero por esa regla de tres ansioso estoy de que se implante el día del barbudo, el día del calvo, el día del soltero, el día de la operada de pecho y así un sinfín de estupideces. Por cierto, más estupidez me parece que exista el día de la mujer exclusivamente, no es que quiero que implanten el día del hombre sino que el de la mujer sobra porque sino también podríamos celebrar el día del perro, del escorpión del desierto o del buitre leonado, en fin...

Otra cosa son las festividades religiosas, llega por ejemplo Semana Santa y llega tu jefe que es más ateo que Satanás y el Jueves y Viernes Santo cierra la empresa, si, seguramente estará perdonando pecados allá por donde pasa y por eso no trabaja ese día... pero ese es un jardín en el que hoy no me voy a meter.

Bueno dejo esto ya porque se me calienta la lengua y como siga no se libra ni la Santísima Trinidad; un consejo, no cojáis el paraguas que se lo lleva el viento, mojaos y recordar cuando erais niños y lo único que os preocupaba era cuando llegabais a casa llenos de barro y no sabías cuán fuerte te iba a reñir tu madre.


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