domingo, 9 de enero de 2011

Heridas de colores


El otro día tuve la oportunidad de probar un nuevo hobby o deporte, según se vea, el paintball. Éramos 19 personas lo que hacía que se preveiera una partida interesante. Ni que decir tiene que jugar contra gente que no conoces sabiendo que algunos de ellos ya han jugado alguna que otra vez y que algunos de ellos fuesen americanos (ya sabemos todos su devoción por las armas) hiciese que la partida empezase con más miedo que con ilusión.

Nada más lejos de la realidad, cuando te bautizan con el primer bolazo, pierdes el miedo, eso sí, la primera fue la que más me dolió y de las pocas o la única que se me quedo marcada ya que me dió en la cadera y ahí no me protegía el peto.

A partir de ahí comienza la bueno, te haces un poco al arma (marcadora es su nombre correcto y doy fe de que marca) y pierdes un poco el miedo a que te den, eso sí, sólo un poco. Ahí empiezas a disfrutar de la partida, a correr como un loco, a tirarte entre cobertura y cobertura mientras escuchas como los bolazos rebientan tras de tí salpicandote pero siguiendo entero, te crees que te juegas la vida en ello y así es como te diviertes. Terminar rebentado, sudando y con el mono lleno de barro y pintura no tiene precio.

Así que animaros, yo particularmente, pienso repetir.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué guay :D, me encantaría probar!

Gracias por compartir tu experiencia paintballera ^^.

Unknown dijo...

cuando vuelvas a ir avisa que yo me apunto